“Entre la vida y la muerte, los equidistantes escogen la enfermedad”. A mí lo más ingenioso que se me ocurre llamarles es cobardes, que es la exacta posición moral de quien frente a un conflicto binario se sube a tus hombros, se calza en todo lo alto el manto de armiño de la santa ecuanimidad y pontifica, virtuoso él, Salomón entre los Salomones, que a ver si vamos poniéndonos un poquito de acuerdo señores por favor. Y eso mientras te pellizca los mofletes y te amonesta con un irritante “no me seas facha y dialoga, niño, dialoga”.