Barcelona es la capital española del crimen, en la que a la plaga de la impunidad con la que operan clanes de delincuentes organizados se unen otras plagas: ratas paseándose tranquilamente por los parques en los que juegan los pequeños, cucarachas que inundan establecimientos de hostelería, prostitución y venta de todo tipo de drogas – la heroína va muy barata este verano – a cien metros del despacho de la alcaldesa, en fin, un parque temático al que acudir si lo que desean es experimentar emociones fuertes en primera persona.