Los Juegos Olímpicos pueden ser un buen programa educativo que ver con nuestros hijos e hijas. En ellos hay personas ejemplares e inspiradoras. Simone Biles es una de ellas, sin duda, aunque no se hubiera llevado el bronce, aunque nunca hubiera vuelto a la competición. El problema es que vivimos en un mundo que sobrevalora el éxito e infravalora el fracaso. Pero lo cierto es que vamos a fracasar muchas más veces que ganar.