El concejal de Cs en el Ayuntamiento Teruel Francisco Blas dimite tras conocerse que es sospechoso de haberse quedado con 250 euros del bolso que se dejó extraviado una magistrada de la Audiencia Provincial. Blas, que forma parte del equipo de gobierno PP-Cs y que ostenta las delegaciones de Deportes y Barrios Rurales, ha explicado que se encontró el bolso extraviado en un hipermercado de la capital turolense y que lo entregó al día siguiente en Objetos Perdidos de la Policía Local sin haber sustraído nada de su interior.

El magistrado del juzgado de Instrucción número 3 de Teruel, Jerónimo Cano, ha condenado al ex edil de Teruel por Ciudadanos, Francisco Blas, por el hurto de un bolso a una magistrada en un centro comercial de la capital bajoaragonesa. Le ha impuesto el pago de una multa de 1.800 euros. Blas dimitió del cargo tras conocerse el caso.

Ver para creer. Algo así tuvieron que pensar todos los que presenciaron el robo que un grupo de jubilados, a plena luz del día, cometió en las instalaciones del balneario de Guitiriz. El abultado botín, transportado en cajas, bolsas de basura y cualquier recipiente que pudiese servir, fue de los más variopinto. Con la máxima del todo vale, se apropiaron de mantas, toallas, albornoces, menaje... Y lo guardaron todo en el autobús, donde después lo localizaría la Guardia Civil, y continuaron con el viaje programado. Como si no hubiese pasado nada.

Los 180 vecinos de Enjuve, un pequeño pueblo de Teruel, han vivido una de las historias más rocambolescas que ha dejado hasta la fecha el estado de alarma. Todo comenzó el 18 de mayo cuando llegó a las inmediaciones de la localidad un vehículo con dos pasajeros franceces que, cinco días después, fueron detenidos tras protagonizar varios robos mientras los vecinos trataban de ayudarles a continuar su ruta hacia Marruecos.

Un policía paga de su bolsillo cuatro potitos sustraídos en un supermercado por un padre de familia y lo deja marchar. Un supermercado del centro de Zaragoza, sobre las once o las once y media de la mañana, el pasado 29 de mayo. Un hombre de unos 35 años, de aspecto normal, entra, se dirige a la zona de alimentación infantil, mira rápidamente a derecha e izquierda, comprueba que está solo y se mete entre la ropa cuatro potitos. Al cachear al sospechoso, el vigilante encuentra los potitos, cuatro, con un precio que oscila entre uno y dos euros…