Es obvio que los medios de comunicación están sufriendo un proceso de notorio envejecimiento. Solo con encender la televisión o la radio y ver qué perfil tiene el periodista actual, es fácil entender que el relevo generacional que, supuestamente, debería haberse dado hace ya algún tiempo, no ha tenido prácticamente ningún desarrollo. Los periodistas están dos generaciones más allá de la actual en muchos casos y, por eso mismo, parecen ir a contracorriente si los comparamos con el ritmo desenfrenado que acompaña a nuestra juventud.