Los políticos hablan mucho y hacen poco. Y en su hablar prefieren la expresión violenta, el desprecio del contrario o el insulto. Lo de la exposición razonada lo dejan para sus tesis, másteres, plagios, tratos de favor y otras lindezas.El papel de prensa es determinante cuando las expresiones ofensivas reciben la recompensa de ser repetidas y publicadas por la mayoría de los medios como lo más significativo de las declaraciones del político de turno. La argumentación o las propuestas quedan relegadas a un segundo plano o simplemente no aparecen