La abdicación del Rey Juan Carlos I ha reabierto con toda su intensidad el debate sobre la forma de Estado óptima para España. Las opciones en liza parecen limitarse a la continuidad monárquica y a la ruptura republicana. En realidad, sin embargo, este falso dilema sólo contribuye a secuestrar el auténtico debate sobre la forma de gobierno, que no es entre monarquía o república, sino entre gobierno limitado y gobierno ilimitado.