Las instituciones europeas pueden seguir financiando el europeísmo globalizante, el cosmopolitismo eurocéntrico que hemos creado, pero el debate sobre la viabilidad de la pervivencia del Euro es inevitable. Los Estados nación no están todavía desarmados, el liberalismo ultraindividualista no ha logrado desintegrar todavía el concepto de solidaridad nacional, de patria, y, en consecuencia, sólo podremos someter los mercados al poder político, a la democracia, si los Estados nación vuelven a recuperar su soberanía sobre su moneda.