Madrid no puede evitarlo, pero sigue siendo una ciudad hostil para los peatones. No solo porque sus cruces y en general el reparto de las calles estén diseñados pensando en la movilidad de los coches y no en la de los caminantes, o porque las peatonalizaciones de calles se afronten más con criterios estéticos que de movilidad. Si caminamos por Madrid no es difícil ver señalizaciones con los principales puntos de interés: edificios, barrios, centros deportivos, centros comerciales… pero siempre son señales pensadas para los coches