Errar es humano, nadie lo duda, pero cuando llevamos la goma por delante del lápiz, está claro que nos pasamos. Eso es justamente lo que sucede cada vez que evitamos plantear un problema por el solo hecho de que sacarlo a la luz nos genere problemas. No se trata sólo del imperio de lo políticamente correcto, sino de una especie de rechazo al debate que encuentro cada días con más frecuencia.