Es por todos sabido que hay personas sobre la faz de la Tierra a las que comprarles un traje siempre será, por delante de invitarles a comer, la forma más económica de expresar nuestra gratitud. Y no precisamente porque la cantidad de tela que necesitemos para confeccionar la prenda sea poca, sino porque las porciones de comida que puede llegar a ingerir un individuo así pueden llevarnos a la tesitura de pedir un crédito para poder cumplir cuando el camarero acuda con la dolorosa.