No me gusta Vox ni respiro como ellos, pero defenderé hasta la muerte su derecho a ser partido y a defender políticamente sus ideas. De la misma forma que detesto que Vox proclame que hay que ilegalizar partidos. Esto es una democracia, no una dedocracia. Digo esto porque en las últimas semanas se leen y escuchan reflexiones preocupantes de columnistas, políticos y ciudadanos del montón que van de demócratas y, en el fondo, no aceptan a los partidos que no son de su cuerda.