Acompañó al expedicionario en sus rutas africanas, durante las que tuvo seis hijos. "David Livingstone iba de avanzadilla y la dejaba atrás. Debía de ser una persona insoportable obsesionada por la exploración a la que no le interesaba nada la familia", explica Pilar Tejera, autora de Viajeras de leyenda (Casiopea). "Mientras, subida en un carromato, ella tenía que buscarse la vida, cuidar de los churumbeles y lanzar latigazos a diestro y siniestro contra los leones que querían zamparse a Mary y, de paso, a los niños", añade la escritora.