La afluencia de visitantes a la ciudad sigue aumentando y tensiona la convivencia con los vecinos, el nuevo gobierno local busca vías para cambiar el modelo pero la Xunta de Galicia cree que hay margen para más cantidad. La zona vieja, abocada al turismo masivo con excusa religiosa, se queda sin habitantes. Los alquileres suben y la disponibilidad de viviendas para arrendar desciende en toda la ciudad, los servicios municipales de limpieza no dan abasto y, cada verano, los comportamientos irrespetuosos de algunos viajeros indignan a los vecinos