En mi comunidad autónoma, la valenciana, están en guerra. No están en guerra contra los niños que reciben su enseñanza en barracones, ni contra las sustituciones de profesores de baja que tardan más de dos semanas en cubrirse, ni contra la cantidad de plantas y camas vacías que hay en hospitales públicos, ni contra las listas de espera en la sanidad… Están en guerra contra el castellano. Si pretenden proteger una lengua minoritaria imponiendo su uso, lo que van a conseguir es el efecto contrario donde no se habla: el rechazo a usarla.