Marc Márquez se ha convertido en el último deportista de élite que establece su residencia en Andorra. Por supuesto, no lo hace porque el precioso país de los Pirineos sea realmente encantador –que lo es–, ni porque le gusten los deportes de invierno, y supongo que menos aún por las tiendas andorranas, que claramente no son lo que eran. en el mismo momento en el que ha anunciado su decisión surge un violento coro de acusadores que lo más bonito que le llaman es traidor y relacionan el patriotismo con los impuestos, una comparación sorprendente