Gracias a un microchip enterrado en la pastilla, hecho de cobre, magnesio y silicio y que se pone en funcionamiento al contactar con nuestros ácidos, la pastilla se conecta con un parche cerca de nuestro ombligo que envía una señal a nuestro teléfono para decirle a una aplicación, y a nuestro médico, que estamos siguiendo el tratamiento que nos ha recetado. Proteus sólo va a controlar la ingesta de la pastilla pero sus responsables aseguran que se podrá combinar con otras aplicaciones para conocer los efectos que tiene sobre el organismo.