Esta falta de liquidez y riesgo de solvencia es lo que está detrás de la delicada situación del Banco Popular, que, tras la absorción del Banco Pastor, coquetea con la posibilidad de ser vendido a otra entidad, algo que no descarta su nuevo hombre fuerte, Saracho. El agujero inmobiliario encontrado, una parte no desdeñable que proviene del Pastor, les está comiendo tantos recursos propios que el próximo informe que llegará del BCE les obligará a recapitalizarse, lo que obligará a una nueva ampliación, lo que podría ser la puntilla en bolsa.