Cuando, a comienzos del nuevo milenio, el Consejo de Europa decidió encargar al medievalista Jacques Le Goff la coordinación de una historia de nuestro continente, lo hizo no tanto con la intención de reflexionar en torno a la construcción de la UE como para otorgar una pátina de obligada solemnidad al entusiasmo desbordante que la redacción de la malograda (y mal llamada) Constitución Europea estaba produciendo en la alta jerarquía de Bruselas. Muchas cosas han pasado desde entonces y hoy a nadie en su sano juicio se le ocurriría [...]