La izquierda radical se halla contra la espada y la pared en el asunto de la deuda pública. Por un lado, el expansivo apalancamiento del Estado hace que los intereses de la deuda ocupen un porcentaje cada vez mayor de los presupuestos; en Grecia, por ejemplo, copan el 17% de toda la recaudación tributaria (en España estamos en torno al 10%). En tales casos, a la izquierda le sale la vena más antiusuraria y lo que le pide el cuerpo es tirar por la calle de en medio: dejar, sin más, de pagar la deuda y que les den a los acreedores.