De un tiempo a esta parte, generalmente en RRSS, aunque también en manifestaciones y movimientos sociales, la palabra “clasismo” se ha hecho habitual. En ninguno de esos lugares suelo ver a quienes son realmente víctimas de ese clasismo que se pretende denunciar especialmente después de la publicación del archifamoso Chavs de Owen Jones, quien actualmente ha decidido apoyar al partido que precisamente más está contradiciendo su discurso en el libro.
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Que hay que entrometerse algunas veces y atacar los problemas en esos barrios, pero tratándolos como adultos. Saber cuándo es necesario comprender o darles cancha y cuándo es necesario criticar y corregir. No es moco de pavo.
En esto lleva razón completa. Pero la solución no pasa por excluir a los pobres, sino por erradicar la pobreza.
Lo digo aunque parezca obvio, porque mucha gente acaba concluyendo lo contrario.
No obstante, la demonización de la clase baja por parte de la derecha está teniendo más éxito cultural de lo que el propio autor parece sospechar.
No es de extrañar la cantidad de obreros de Reagan/Thatcher que hubo en los 80 tras esa automutilación ideológica.