La Teoría de la Internet Muerta es un término poco preciso que se utiliza para describir una serie de cambios y rarezas en la estructura y el contenido de Internet, que se han hecho cada vez más frecuentes en la última década. El aumento masivo de bots, incluyendo la idea de que su presencia y actividad puede ser ahora mucho mayor que la de las personas reales, o al menos en un grado mucho mayor de lo que se ha hecho creer.
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Es delirante todo el blog: new order, gran reset, negacionismo sobre el cambio climático, vivimos en Matrix...
Lo curioso es ver cómo hemos perdido, si es que alguna vez tuvimos, la capacidad crítica. Estamos dando de lado a la ciencia, y no entendemos los fundamentos epistemológicos sobre los que se sustenta el conocimiento científico. Razonamientos emocionales everywhere.
Los paramecios creen las cosas que creen las personas que forman parte de su 'tribu' porque, como seres humanos, no buscamos tanto la verdad como la aceptación social. A diferencia de muchas otras especies animales, para los humanos no hay mayor castigo que ser rechazado o excluido del grupo.
Entre bots que saben qué decir y las mentiras que apelan a la emoción y el sentimiento barato, junto al sesgo de confirmación; valiente horda de imbéciles apofénicos supuestamente titulados, estudiados y leídos sin criterio ni capacidad analítica. La tendencia a la confirmación proporciona, a muchos, diariamente todas las pruebas necesarias para atenerse al guion y para que sus vidas continúen en la misma línea y parezca verdad.
Lo patético es, que es algo que sabemos y aún así nos supera y nos utilizan de formas insultantemente fáciles; "las opiniones de los demás no solo influyen en nuestro comportamiento, sino que también provocan cambios a largo plazo en la forma en que funciona nuestro cerebro. Al parecer, el cerebro no solo se adapta rápidamente a las opiniones de los demás, sino que también comienza a percibir la información a través de los ojos de la mayoría para evitar conflictos sociales en el futuro".
www.nature.com/articles/s41598-021-82670-x
Los algoritmos que configuran la información que consumimos, están influyendo en nuestra forma de percibir el mundo. Y no persiguen nuestros bien, sino el bien financiero de la empresa que los ha desarrollado, aislándonos unos de otros en un medio de comunicación global, tornándonos más locales que nunca. Locales, no en términos territoriales, sino ideológicos. Populismo dicotómico y maniqueísta. Con la información a un click y somos más tontos que nunca, sin aprovechar una de las mayores herramientas de la historia de la humanidad.