«Era una mujer aparentemente sana», recuerdan. Sana y negacionista. Julia nunca quiso que se le inoculara vacuna alguna, lo mismo que su marido. Ellos renegaron en todo momento de la medicina y su batalla contra la vacuna fue más lejos de lo que se pudiera imaginar.
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De verdad que hay gente que merece que le den un par de tortazos de realidad.
Que ahora solo falta que el tarado del marido se ponga a pregonar por ahí, que a su mujer la mataron porque no se quiso vacunar.
Y en cuanto al marido es para hincharle a hostias. En serio.