Vivimos en un mundo en el que, a menudo, la falta de talento es sustituida por el exceso de caradura. Observamos cada vez con menos asombro cómo personas sin ninguna habilidad específica parecen haber sido tocadas por el dedo de Dios, mientras que otras cargadas de talento, parecen haberlo hecho por el del demonio.
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Si tú te ves mediocre, lo más probable es que lo sean los demás.
Y en España veo un exceso de gente pensando que los demás son mediocres.
Luego hay gente que no sabe de nada, pero sabe salir adelante, no se viene abajo con los fracasos, tiene habilidades sociales y sabe rodearse de gente que sabe, y le va bien en la vida. ¿Es una persona mediocre? Igual desde el punto de vista intelectual sí, pero lo que está claro es que esa persona tiene otras habilidades que le sirven.
Tenemos un concepto muy limitado de meritocracia asociado al esfuerzo físico o intelectual. La vida es mucho más compleja que eso.
Igual la próxima vez que que uno piense en la mediocridad de los otros deberíamos plantearnos que siempre hay algo en lo que puedes mejorar, y puede que sea eso que odias de los demás.
Por supuesto que existe el enchufismo, los privilegios y los techos de cristal, eso es innegable. Pero echar a eso la culpa de tus fracasos a eso y esperar que el mundo te dé lo que tú piensas que te mereces es mucho más cómodo que hacer autocrítica y no hacer nada para mejorar tu vida.
Todo eso se ha desajustado ahora, y cada vez se desajusta más. Con la informática y el desarrollo del sector servicios, ahora hace más falta pensar y tomar decisiones. Y ni el sistema educativo ni la sociedad en general están preparados para un cambio de este calibre.
Por esto no paro de ver cantamañanas y charlatanes en LinkedIn hablando de sus teorías de cómo organizar el trabajo de ahora. El sistema viejo se ha quedado obsoleto, y hasta que se consolide otro van a seguir los intentos de parchear y no ir al fondo del asunto.
Saludos.