Siempre he considerado a Arturo Pérez-Reverte un macarra envalentonado por el éxito de su mediocre literatura. En una época que impide permanecer al margen de la historia, sin convertirse en cómplice de la ofensiva neoliberal contra los derechos y libertades de los ciudadanos, no está de más recordar su deleznable artículo “La guerra que todos perdimos” (19-04-11), donde mete en el mismo saco al “mono azul de miliciano, la boina de requeté o la camisa azul de Falange”
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Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!
Dolores Ibárruri
Esta deuda aun la debemos... Y ya que no hemos sido capaces de pagarla, al menos, podriamos dar dignidad a los enterrados en la cunetas.
Rafael Narbona, cuando hayas escrito un Maestro de Esgrima, podrás decir eso. Mientras tanto, insulta sus tendencias políticas, o lo que tu quieras, pero como escritor no le llegues ni a la suela de los zapatos. No eres capaz ni de escribir un artículo con la bastante gracia como para que apetezca leerlo entero... Por lo demás, ¿envidia del pene (descomunal, gargantuesco, como solo puede tenerlo un macho como Reverte) de alguien que sí estuvo en la guerra cubriendo noticias de verdad?
Y estoy de acuerdo con Narbona en que Reverte es un gilipollas.
A mi de Perez Reverte me gustan algunas cosas y otras no. La gente que es fan acerrimo dde todo lo que opina alguien que no es uno mismo me parece de un borreguismo brutal y al final eres un fan boy sin capacidad de un analisis critico. Y desgraciadamnete en esta sociedad hay muchos así: gente que no puede criticar una opinion de alguien por ser su seguidor
Que reescriba el artículo.
"Cielo santo. Cómo nos dio por el saco todo Dios, todo el mundo, toda Europa, estrangulando a este pobre, entrañable, desgraciado y viejo país. A esta pobre, entrañable, desgraciada y vieja gente nuestra. No es cierto que nos ayudaran; déjenme de milongas pamperas, de camelos retóricos, de demagogia. El arriba firmante se cisca en la solidaridad internacional de las derechas y las izquierdas, en los discursos y en la mandanga. Aquí a la España en guerra, se asomó todo Cristo a ver qué podía mojar en la salsa, a fumarse nuestro tabaco y a quemarnos los muebles. Comprendo que fuéramos un espectáculo apasionante: sangre, vino, mujeres guapas, guerra, romanticismo, intereses estratégicos, barbarie ancestral. Pero que no me vengan con historias de hermandades solidarias. Yo he pasado veintiún años yendo a guerras que no eran mías, y sé de qué iba Hemingway. Por eso me cago en Hemingway y en la madre que lo parió."
que es una conclusión a todo el derrame emocional que suelta en el artículo. Vamos, que da la sensación que alguien le ha dicho: "uy, fíjate lo que ha dicho reverte", y se ha puesto a escribir a lo loco.
¡Larga vida a las Brigadas Internacionales!
Además, es muy libre de atacar la literatura de Pérez Reverte, y no lo calificaría de ad hominen necesariamente, ya que acahca la postura actual de Reverte a su éxito literario. Aunque yo no coincido con esto y me parece un ataque ciertamente innecesrio.
Por otra parte, sí, el artículo de Reverte me parece bastante lamentable.
Pero Hispanistao es diferente... Son otras costumbres...
www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/923/somos-gilipollas/
prisionerosdeangainor.blogspot.com.es/2007/07/necesito-vuestras-opinio
www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/177/corses-goticos-y-casc
Lo que hace Narbona es llamarle gilipollas y a la vez da argumentos explicando por qué lo que dice Reverte sobre las brigadas internacionales es de gilipollas.
Resumiendo: no, no es un ad hominem. Y sí, Reverte es un gilipollas.
LA GUERRA QUE TODOS PERDIMOS
Los niños. Eso es siempre lo peor, en cualquier guerra; pero todavía hoy, cada vez que veo las viejas imágenes en blanco y negro, o las fotos desvaídas de hace sesenta años, me remuevo incómodo en el asiento al verlos pasar ante mí, llorando de la mano de sus padres por la frontera camino del exilio, agazapados en un portal mirando hacia arriba mientras suena el estrépito de las bombas, haciendo colas con ojos grandes de hambre y miedo para conseguir un mendrugo de pan.
El cadáver en la cuneta, el soldado que tiembla de frío en el frente de Huesca, el inválido ayudado por los compañeros que es empujado por los gendarmes franceses mientras se le cae la manta raída de los escuálidos hombros... Estos otros personajes son adultos; saben, o al menos deben saber qué diablos está ocurriendo. Por eso me producen menos compasión que esas docenas de ojos de críos que miran sin comprender. Que todavía hoy, medio siglo y una década más tarde, congelados en las sales de plata de la película fotográfica donde ya nunca envejecerán ni morirán, siguen mirándonos con ojos espantados que son una acusación, una denuncia, un insulto, un recordatorio de nuestro oprobio, nuestra vergüenza y nuestra locura.
Esa guerra civil no la viví; pero he vivido otras y sé que siempre son la misma. Esa guerra civil no la presencié, pero me la contaron cuando niño, mientras aún estaban frescas las heridas, la huella de la metralla en los muros de los edificios; cuando todavía había hombres y mujeres en cárceles y en el exilio y cuando el general Franco aún firmaba sentencias de muerte.
De las veladas alrededor de la mesa de camilla de mi abuelo recuerdo historias de bombardeos, y de ejecuciones públicas para después, ante los cadáveres hacer desfilar a las tropas a fin de que tomases buena cuenta de ello. Historias de héroes y de gentuza, mezclados unos con otros; indiferenciados bajo el mono azul de miliciano, la boina de requeté o la camisa azul de Falange. Relatos escalofriantes de amigos, vecinos y parientes detenidos de madrugada, sacados de su casa en pijama mientras la mujer y los hijos imploraban en la escalera; juzgados en tribunales sumarísimos, torturados en chekas, fusilados ante un paredón bajo la bendición de un cura con el yugo y las flechas bordado en la sotana, o asesinados a la luz de los faros de un camión… » ver todo el comentario