Una de las variantes de un gen implicado en la percepción del frío se volvió más común cuando los primeros humanos salieron de África hacia climas más fríos hace entre 20.000 y 30.000 años. La ventaja conferida por esta variante no se conoce al completo, pero los investigadores sospechan que influye en el nivel de expresión del propio gen y por tanto influye en el nivel de sensación de frío percibida. El alelo es beneficioso, pero trae algo malo a cambio: un mayor riesgo de sufrir migrañas.