Estamos con él en su laboratorio del Instituto para el Diseño de Proteínas, en Seattle, desde donde lidera una revolución insólita en la medicina y los medicamentos. Y lo hace con un equipo de más de un centenar de científicos: la mitad, biólogos; la otra mitad, ingenieros. Ayudados por la inteligencia artificial de aprendizaje profundo, diseñan proteínas con un potencial fascinante.