Los resultados confirman la hipótesis de que las víctimas masculinas de acoso sexual en el trabajo son vistas por lo general de forma menos favorable que las femeninas. Curiosamente, los escenarios hombre-hombre eran los despertaban las actitudes más favorales, mientras que los de mujer acosadora y hombre víctima eran los que menos, restándole importancia a la heteronormatividad en las evaluaciones de los participantes. Además, se interpretaba que las víctimas masculinas habían sufrido menos y requerían menos tiempo para recuperarse.