El 74% del territorio español ya se encuentra en tierras áridas o semiáridas. Estas zonas son especialmente vulnerables frente a la desertificación y amenazan con multiplicarse en los próximos años si las temperaturas siguen incrementando como consecuencia del cambio climático y, a la vez, no se limitan los incendios forestales, la contaminación o la sobreexplotación de recursos hídricos.