La quema de libros se concibió como un “ejercicio educativo”, ahí la participación del secretario nacional de Educación, Antonio Luna. El diario falangista “Arriba” del 2 de mayo glosaba el acto en un comentario titulado “Letras de humo” en el que decía: “Con esta quema de libros también contribuimos al edificio de la España, Una, Grande y Libre. Condenamos al fuego a los libros separatistas, liberales, marxistas; a los de la leyenda negra, anticatólicos; a los del romanticismo enfermizo, a los pesimistas..."
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Esa frase se encuentra en un párrafo de un monumento de la Bebelplatz de Berlin. En esa plaza se encuentra la Facultad de derecho desde de cuya fachada se arrojaron los libros escritos por filósofos y pensadores que los nazis quemaron en un día histórico.
¿Por qué lo hicieron? Consideraban que sus ideas y pensamientos "contaminaban" el pensamiento puro del nacionalsocialismo y "adoctrinaban" hacia el lado malo de la historia.
El monumento, que se encuentra justo en el lugar donde se hizo la pira, es extremadamente simbólico. Justo en el suelo, a través de un cristal reforzado se pueden ver unas estanterías vacías que rodean las cuatro paredes de un recinto que es una especie de sótano
Los alemanes, al contrario que los españoles, han decidido recordar el horror de su historia pero de una manera pedagógica, enseñándole a las nuevas generaciones cuál es el camino que conduce irremisiblemente hacia la espiral de violencia y autodestrucción de un pueblo.
Anda, como los maoistas y los soviéticos. Los extremos se tocan.
Público y su francoartículo diario.