Al principio no había nada que fuese particularmente inusual en la noche del 28 de febrero de 1953 para Stalin y sus camaradas políticos más cercanos: Laurenti Beria, Nikita Jrushov, Nikolai Bulganin y Georgi Malenkov. Estos hombres asistieron a la proyección de una película en el Kremlin y luego se retiraron a la casa de campo de Stalin, a diez minutos de Moscú, para una noche de juerga...
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El tema es que Stalin ya no soportaba a Molotov y Mikoyan y pensarían que tras la purga del Comité Judío Antifascista los siguientes eran ellos. Así que su muerte tuvo que ser un alivio.