Cultura y divulgación
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El capitalismo colaborativo tiene un plan

El éxito de empresas como UBER o Airbnb ha disparado las expectativas de la “economía colaborativa”. Pero el rentismo desenfrenado no produce mayor bienestar. Hace falta que las instituciones pongan la cooperación a funcionar para el beneficio colectivo. En el artículo se analiza primero la situación actual, y finalmente se afrontan las dificultades y contradicciones de su integración social.

| etiquetas: economía colaborativa , uber
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  1. "Como tantos otros grupos de presión interesados en maquillar la realidad, PriceWaterhouseCoopers llama "economía colaborativa" al alquiler temporal de, por ejemplo, coches o viviendas, a través de aplicaciones tecnológicas como UBER o Airbnb. Pero cuando les apetece, también incluyen el software libre, la economía social y solidaria o el cooperativismo. No les interesa saber si la gestión es más o menos democrática, si se cierran o abren los datos y quién los explota, si se reparte equitativamente la riqueza producida, si se fiscaliza la actividad económica y ni mucho menos conocer el impacto social y territorial de su actividad. Todo es colaboración y eso mola."
  2. Trasnochado de izquierdas intentando encajar toda su basura teórica marxista en el siglo XXI. Menuda parida de artículo.
  3. #2 Si Blanqui dice esto, os podéis hacer a la idea de lo bueno que es el artículo.
  4. Sí, su plan es ser más sutiles, para seguir tomándonos por estúpidos. El capitalismo ya es colaborativo hace un tiempo, entre capitalistas, claro está.
  5. #2 "basura teórica marxista"
    Como se nota que no has tocado El Capital ni con un palo.
  6. #2 Convencido. Meneo.

    El artículo ya lo leeré luego, o no. Ah, y dejo esto otro por aquí para quien quiera leerlo luego también, o no: www.meneame.net/story/cuanto-hay-estafa-cuanto-realidad-economia-colab
  7. #3 Eso pensé yo, pero la verdad es que el artículo me parece bastante pobre. Ya empieza mal en la primera línea cuando llama "think tank" a PricewaterhouseCoopers, cuando realmente se trata de una empresa de consultoría. Después sus críticas a la categorización y definición que hace PwC de la "economía colaborativa" pecan de provincianismo ideológico, es decir, no van más allá de recordarnos la perogrullada de que los valores de PwC son distintos que los suyos.

    El supuesto análisis marxista de la economía colaborativa no aporta nada a parte de que se puede entender desde la perspectiva de Marx. Pues claro que se puede, como se podría también desde la perspectiva de Adam Smith. Para decirnos que la economía colaborativa no es más que una variante de la economía de mercado capitalista no hace falta irse por esos derroteros. De nuevo, esto sólo sirve para indicar que el autor, si no es marxista, comparte algunos de sus planteamientos.

    En su sección sobre Airbnb patina al principio «Airbnb no descentraliza la oferta. La mayoría de ofertas se concentran en las zonas más turistizadas...». Vamos a ver, Airbnb descentraliza la oferta en términos de proveedores de alojamiento, no en términos geográficos. La oferta sigue a la demanda, y si la mayor parte de los turistas quieren alojarse en El Raval, Barri Gòtic, Casc Antic y Dreta de l’Eixample no va a vernir Airbnb a hacer que mágicamente quieran alojarse en Poble Nou, el Carmel o Ciutat Meridiana. Esto podrá ser más o menos problemático para Barcelona (que yo creo que sí) pero es que nadie dijo que Airbnb lo cambiaría. No le quito razón en que se deberían regular adecuadamente los pisos turísticos, aunque seguramente tendríamos grandes diferencias en cuanto a qué significa "adecuadamente".

    Finalmente, la última sección no es sino el enésimo recordatorio de que el autor no comparte el liberalismo económico, lo cual es muy respetable, pero sigue haciendo críticas que no salen de su propio marco ideológico. Dice que «el capitalismo colaborativo se basa en monetizar las necesidades de la gente más afectada por la crisis» como si el hecho de que el mercado responda a las necesidades de la gente fuese algo criticable. En esta ocasión son necesidades producidas por la crisis, en otro caso son necesidades producidas por el deseo, en otro caso son necesidades producidas por cualquier otro motivo. La situación y necesidades del ser humano es siempre circunstancial, y otros seres humanos responden a esas necesidades con tal de surtir las suyas propias mediante el intercambio de recursos. ¿Esto tiene algo de condenable? ¿Sería mejor que la economía colaborativa no respondiese a las necesidades de los afectados por la crisis? Puede ser, pero el autor no lo justifica salvo recurriendo, una vez más, a que no se corresponde con sus ideales.

    Me parece que el artículo puede resumirse en que la economía colaborativa está respondiendo a necesidades nuevas con medios nuevos dentro del mismo marco de la economía de mercado, y que al autor no le gusta la economía de mercado.
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menéame