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Carta Abierta: Despedida a la humanidad
Esta carta es una despedida. No está dirigida a nadie en particular, sino a todo el mundo. Aunque probablemente a nadie le importe nada, quizás dentro del vacío y la soledad siento paz hablando a una multitud que no escucha ni presta atención. Una muchedumbre entretenida en sus vidas, concentradas en mirar al suelo e ignorante de todo lo que existe y le rodea, riquezas que no se ven y no se tocan. Muy probablemente exista el sentimiento de destierro y abandono en nosotros porque la Tierra ciertamente es un lugar inhóspito donde hay poco que...
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De la misma manera, uno no puede cambiar si no existe la voluntad para el cambio, para el crecimiento, para el desarrollo.
Y ese es el mayor dolor de todos, ver que la casa se quema y que no sale nadie, pese a que los ocupantes se queman y mueren del dolor.
En cuanto uno comienza a pensar que morir es como irse a vivir a otra ciudad, los miedos cesan. En realidad no es tanto la predisposición genética, sino el propósito o la misión que probablemente tengas en tu vida.
Muchas personas deciden quedarse pese a las inclemencias, por realizar su cometido, la obra que vinieron a hacer. Porque ese si que es un gran dolor, haber venido a pintar una gran obra y haberse ido antes de llevarla a cabo.
Cuando miras para detrás, es más fácil entender la razón de las cosas que suceden. Aunque tu probablemente me digas que todo era casual y aleatorio, el hecho de que pueda existir un resquicio de duda dentro de ti, abre la puerta a que el propósito pueda existir. ¿O no?