El hambre emocional es nuestro enemigo cuando pasamos todo el tiempo en casa, con la despensa y la nevera al alcance y sin la posibilidad de salir a dar una vuelta para airearse. La reacción puede ser viajar al frigorífico periódicamente para ir cogiendo lo que pillemos -que no suelen ser palitos de zanahoria, precisamente-, sin que haya un hambre real que nos empuje a hacerlo; comer es, en realidad, la respuesta.
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Creo que los alcoholicos y drogadictos tienen el mismo sistema. Una botella o una dósis en reserva les ayuda a mantenerse sóbrios.
A una persona que no es alcoholica le puedes recomendar que no beba. Pero no funcionará con un alcohólico.
Recientemente en una radio un especialista en transtornos alimentarios contestaba preguntas de los oyentes. Todas sobre anorexia y bulimia. Cuando uno pregunto por obesidad mórbida. El "especialista" contestó que eso no es un transtorno alimentario.
Aparentemente el tal especialista creía que una persona decide por capricho coger un sobrepeso de cien kilos.
Pero estoy de acuerdo en que un trastorno alimentario es un problema psicológico y no nutricional.
Otra cosa que me funcionaba muy bien (a mi, no quiero generalizar) me lo dijo un sicólogo especializado en obesidad. No era capaz de seguir una dieta por tomarmela demasiado en serio. A la primera transgresión me derrumbaba y lo dejaba todo.
Me dijo que una comida a la semana comiese lo que quisiera sin límites. El resto de la semana cuando venía la tentación hacía planes sobre lo que comeria ese día. Eso me calmaba. Al final acostumbrado a comer poca cantidad me llenaba enseguida el día especial. La mayoría de las veces era un bocadillo.