El éter no existe. Tampoco los rayos N, los canales de Marte, el flogisto o la poliagua. Por eso sorprende que numerosos estudios científicos serios los hayan mencionado como si se tratase de objetos reales. El método científico es la mejor forma que tenemos para aprender y descartar información falsa, pero esta es persistente debido, en parte, a la miopía científica.
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La verdad científica es siempre relativa a las herramientas de medición y de proceso de datos, y está supeditada a ser descartada cuando haya mediciones más precisas y mejores herramientas para procesar datos (tanto matemáticas como tecnológicas)
Por contra, las verdades ideológicas y teológicas: nunca - jamás - están - ni - estarán - equi - vocadas.
Y el modelo estándar explica las partículas y fuerzas usando campos, los campos se consideran objetos que ocupan todo el espacio.
En este sentido es en el que hablaba Einstein de éter.