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Es el qué, no el quién
Cuando a una mujer de los míos se la ataca, empiezo a colocar enfrente a tutiplén carteles de «señoro»; pero yo puedo vejar a una marquesa porque esa condición invisibiliza su sexo. De igual modo, puedo coger el altavoz para hablar de salud mental en televisión y, en un receso, tachar a la presidenta de una Comunidad de enferma mental cuantas veces crea conveniente. Y el mismo día que hago campaña en favor del respeto a los cuerpos no normativos puede decir que el alcalde que no me gusta es un enano.
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La hostia. Qué fijación con la moral. Y qué manía con querer proyectar las carencias propias sobre los demás... Una vez más, repitan conmigo; las "superioridad moral" de la izquierda es un puto invento de quienes son tan zoquetes que ni siquiera son capaces de diferenciar moral y ética.
La moral es un valor religioso que se aplica sólo a los creyentes, la ética es un valor humano universal. La izquierda, en todo caso, es éticamente superior. La moral es para los capillitas, que por ejemplo confunden su moral respecto al sexo (ejemplo: "¡los maricones son contranatura!") con la ética sexual que nos sirve a todos (ejemplo: "los seres humanos tienen derecho a su sexualidad, mientras ese derecho no coculque los de los demás").