Elegir estudiar la asignatura de ética era una tortura en los años 80, no había temario, ni un profesor preparado. Y lo que es peor: te sentías recriminado por los niños que sí estudiaban religión. Treinta años después han cambiado muchas cosas en España, pero yo aun tengo pesadillas con mi clase de Ética de hace tres décadas.
|
etiquetas: religion , 80
Era muy distinto. Incluso llegué a hacer la confirmación por no disgustar a mis padres y no dar que hablar en el pueblo. Sin embargo, en apenas seis años cambió bastante y la generación de mi hermano ya se libró de esa "obligación".
Y, afortunadamente, en estas décadas han cambiado tanto las cosas que mis padres también dejaron de ir a la misa ineludible de todos los domingos y en la actualidad tienen dos nietas sin bautizar y nunca nos han hecho ni un comentario para que mi hermano y yo bauticemos a nuestras hijas.
Pregunta: ¿Ha cambiado algo? Mi educación de los 90 no era muy diferente
Pero precisamente hace poco he hablado con amigos de otros colegios de la zona (Extremadra, ciudad mediana), de cómo han avanzado las cosas desde esa época, y me mencionaban que sufrieron profesores franquistas, misas, pegar con la regla... Joder, mi colegio (público y el más nuevo de la zona) fue un oasis de modernidad y buena gestión. Nos tenían tan mimados que un día, en sexto, un profe nuevo sufrió el contraste: me dio una colleja en un cabreo y le dije, todo escandalizado, que cómo se le ocurría tocarme; yo no lo pensé, me pareció tan fuera de lugar que salté con eso; y no volvió a hacer nada parecido, pero otros que no se quejaron algún golpe se llevaban de vez en cuando, hasta que se adaptó del todo; de hecho, casi toda la clase nos hicimos amigos de él, era de los más sociables en ese aspecto, y todavía si lo veo me paro a hablar brevemente con él.
Ese día aprendí que la religión es una pérdida de tiempo, hoy 35 años después sigo pensando lo mismo
Nos juntaban por curso, es decir, de los dos grupos que había por curso (A y B) nos juntaban a los de ética por un lado, y a los de religión por otro, indistintamente del grupo para el resto de asignaturas. Recuerdo que éramos como un tercio, y de lo más relajado del mundo. Aprendiendo modales y valores cívicos.
Edito para decir que ahora, son más los que no van a religión que los que sí. Al menos en los cursos de mis hijos, pero por poco.
Pensar por ti mismo tiene un pequeño defecto, y es que es bastante fácil de que políticamente no votes nunca a la derecha, y claro, eso al negocio de la Iglesia le viene fatal.
En el instituto un poco mejor, profesores de ética desde la de teatro hasta el de filosofía, muchas películas (doce hombres sin piedad, el club de los poetas muertos, senderos de gloria) y mucho debate posterior, pero poca estructura.
Aún así, mucho mejor que las dos clases de religión a las que tuve que acudir en esos 10 años, donde me enzarce con la profesora (ex monja o algo así) sobre su machismo asqueroso (hablaba de violación en una) y si perturbada visión de la realidad (hablaba del Mal como motivador de las muertes en la guerra de los balcanes, probablemente refiriéndose a los musulmanes).
inclusoarmando maquetas de aviones a escala 1/72 ante la mirada horrorizada de mis compañeros. Ya más al final, en 8° de EGB, otros dos niños también tomaron ética, así que al menos no fui el bicho raro en exclusiva.Mientras en mi clase bailaban y cantaban al Señor, con las ventanas recibiendo la solanera, yo estaba encerrado en el sótano, con un frío que pelaba, intentado decidirme por qué libro leer, o en qué pensar. Esa era la ética de los años 80, sin libro, sin temario, y sin radiocasette. Solo tú y tu decisión de no haber marcado la equis en la casilla de al lado.
Jamás en religión, de la que tuve que comerme 8 años de clases por los ovarios de mi madre, hubo canciones y bailes. Leíamos la Biblia, y se discutían las historias desde un punto de vista ético y moral, e incluso comparativo con el Islam or el Judaísmo en los últimos años. Los profesores eran católicos pero una gran parte de los alumnos no, y de memoria respetaban; no recuerdo ningún incidente de proselitismo.
Claro que era en un centro público, si te metieron en un colegio de curas para saltarte religión lo mismo hasta me creo la historia.
Y ahí se acaba toda similitud con el artículo. No tuve problemas ni con compañeros, ni con profesores, ni con curas, ni con nadie. Era cambiar una maría por otra. Nadie me recriminó nada, ni tuve historias raras. Los compañeros me preguntaron un par de veces porqué me había metido a Ética, respondí que era ateo, y ahí se acabo el tema.
El tipo este se está montando una historia. O quizá si que tuvo problemas con los compañeros, pero no porque estuviese en Ética, sino porque era un cansino y habría tenido problemas estuviera en Ética, en Religión, o en Punto y Costura.
Se acabó la discusión.
En mi colegio, que era religioso, hubo algún jaleo cuando hubo padres que pidieron ética. Como dijo la dirección del centro, si no querían que sus hijos dieran religión, ¿para qué los metían en un centro concertado religioso? Pero allí no nos separaban más que muy de vez en cuando, cuando íbamos a ver alguna película o algo similar. Por regla general, lo único que hacíamos era sentarnos en bancos distintos, los de religión a un lado y los de ética a otro, y mientras los de religión dábamos clase (que, hasta quinto de básica, consistió más bien en valores morales con base religiosa en plan: "sed generosos, sed bien educados, obedeced a vuestros padres, sed pulcros en las tareas..."), los de ética dedicaban la hora a hacer deberes pendientes, o les traían láminas para colorear o les dejaban leer. Por esas cosas que tenemos los niños, ambos bandos pensaban que el otro tenía más suerte. Los que dábamos religión, pensábamos que los de ética tenían mucho morro, porque podían irse a casa con los deberes ya hechos o simplemente podían dibujar, pintar, o acercarse a la estantería y coger el libro que les apeteciera. Los de ética pensaban que los de religión teníamos mucho morro porque nos daban tebeos (la revista Gesto, que aún conservo, no sé si alguno la conocerá), a veces hacíamos juegos y como premio nos daban caramelos, algún recortable o nos llevaban a cantar villancicos con las huchas del Dómund. Cierta vez, un compañero de religión le dijo a otro de ética que "a un ateo no se le podía confiar la hucha del Dómund, porque seguro que la robaba, porque no tenía moral". Menuda se armó. Empezaron a discutir a grito pelado, hasta que entró el padre Antonio, y el "religionero" se apresuró a decirle lo que pasaba y le preguntó al cura si no tenía razón, "¿a que un ateo podría robar la hucha de Dómund, a que podría?".
—¿Tú le has dicho eso a un COMPAÑERO? — d. Antonio, cuando se cabreaba, funcionaba como un motor diésel: empezaba despacito hasta que se calentaba y elevaba la voz que le oían cuatro aulas más allá. Sólo por cómo lo dijo, el citado religionero supo que había metido la pata hasta el corvejón. Entonces no se llevaba ya lo de pegar a los niños y desde luego, el padre Antonio no lo hacía, pero sí que levantaba la mano como si fuese a darte un revés, y creedme que te cubrías como si tuvieras delante a Mike Tyson. El cura le dijo que le pidiera perdón inmediatamente y que fuera la última vez ("la ÚL-TI-MA-VEZ") que él le oyese prejuzgar a nadie, y menos, a un compañero. Que estar bautizado y dar religión era reconocerse uno a sí mismo como soldado de Cristo, pero que eso a Dios, a última hora, le daba igual, que él nos conocía a todos como hijos suyos, independientemente de que estuviéramos bautizados o no.
A partir de ahí, si había discusiones entre uno y otro bando, os garantizo que se acabaron.
Stalin, Mao y Hitler no eran religiosos y provocaron las mayores matanzas de la historia.