Entre las sepulturas de varios monjes ha aparecido una cuyo ocupante no es humano. El arqueólogo Philip de Jersey y su equipo no se explican qué hace este primo de los delfines en una tumba de la edad media. En un principio se barajó la posibilidad de que alguien la hubiera escondido para comérsela más tarde. Las marsopas formaban parte del menú de los pescadores de la edad media en muchas localidades es costeras. De hecho, su nombre en inglés (porpoise) viene del latín medieval porcopiscus (literalmente, pez cerdo).
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A quien no le ha pasado el prepararse un bocata, liarse haciendo cosas y olvidarselo en una tumba abierta en un monasterio...
De momento, los arqueólogos han enviado los huesos a un biólogo marino para que los examine. Hasta que se encuentren más pistas sobre el asunto, la idea de un grupo de monjes encariñados con una marsopa que visita regularmente su monasterio al borde del mar no parece tan descabellada. [vía The Guardian]
A mi este razonamiento me parece muy pausible.
Los monjes pasan mucho tiempo solos, y la marsopa es un mamífero al fin y al cabo. Seguro que les dió mucha horas de felicidad, no es de extrañar que la enterrasen con toda solemnidad.
Jamás entenderé Meneame.
Era Flipper.
Pepe Gotera y Otilio fueron quienes hicieron las obras.
En igualdad de condiciones, la explicación más molona, suele ser la correcta.