Jaume Sunyer, Lamote, Perich y yo mismo corrimos escaleras arriba y encontramos en el suelo a Jordi Anguera, a quien Palazuelo daba patadas, mientras sangraba porque un diente le había perforado el labio inferior. Menos mal que los doctores Lamote y Perich, altos y fuertes, impidieron que Chillida diera un empujón a Oriol Palà para defenestrarlo cuando ya tenía un pie en el alféizar para llegar a la bandera española y quitarla de su palo. Una vez en tierra, Chillida continuaba dándole patadas a Oriol por todo el cuerpo...
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Las dos cuestiones:
- Su padre, militar participante en el golpe del 36 en Donostia, juez militar y presidente de la Real Sociedad en 1942, época en que su hijo Eduardo fue fichado como portero.
- El mismo Chillida fue un franquista convencido, con algún que otro suceso violento. Y no tan joven e ingenuo: a los 26 años andaba dando palizas.
LLegaron al sumun cuando quisieron que el GV financiara el déficit de su museo conservando la propiedad y sus sueldos, pretendiendo que era la obra de un vasco universal. Amenazaban con vender y dispersar la obra del abuelo facho. Menos mal que los políticos no se tragaron el cuento.
Parece que el museo ahora sobrevive. Han tenido que ceder la gestión a una entidad profesional porque a ellos se les iba de las manos.
En resumen, una banda de caraduras inútiles.