Es posible que si usted ha llegado a cierta posición socioeconómica, ha logrado reconocimiento social, un buen salario o un nutrido patrimonio, lo que conocemos como éxito, piense que ha sido exclusivamente por sus propios méritos. Malas noticias: también es muy posible que no sea así. En la peripecia vital de cada uno cuenta el esfuerzo, como es natural, pero el esfuerzo solo es un factor más donde también hay que contar otros que escapan a nuestro control o voluntad: la cuna, la suerte o el talento
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¿Y entonces qué hacemos, nombramos para los puestos jodidos a los que no saben hacer la O con un canuto y dejamos fuera a los que saben más, porque aquellos no tuvieron la oportunidad de prepararse tan bien como estos?
Por que si todo el artículo solo está escrito para decirle a los que han conseguido estudiar carreras de futuro, e idiomas, y prácticas en buenas empresas y demás, que no se lo tengan tan creído que todo eso se lo deben a las circunstancias...
Pero yo no quiero que mi jefe sea alguien a quien tenga que enseñarle yo la diferencia entre una pantalla de ordenador y un tablón de notas, la verdad, por muy injusto que sea para con quien no haya podido estudiar y demás.
Al final de todo, habremos hecho méritos para morirnos y que nos recuerden durante algunos días.