Los primeros días del mes de julio del año 1987 no se olvidan fácilmente en la provincia de León. Tampoco, en la conciencia colectiva de una generación de activistas ecologistas. Aquel año se convirtió en realidad un macroproyecto de construcción de un embalse en Riaño que ya había sido proyectado incluso a principios del siglo XX. Por unas y otras razones la obra fue aplazada. Y fue el Gobierno de Felipe González quien la culminó. De manera impactante, eso sí. El embalse provocó que nueve pueblos se quedaran bajo sus aguas y que los vecinos de
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y aquel pueblo haciendo las maletas, para beneficio de otros.
Y después de sacrificar valles, agricultura, minería, industria y, finalmente, la población joven, ¿Que nos ha quedado en León? NADA.
Yo me atrevería a decir que semejante sinsentido habrá beneficiado a más de uno...
A todos los que disfrutan de electricidad gracias a él. Seguro que muchos de los que protestaban pueden iluminarse, lavar ropa, ver TVE, etc, gracias al embalse de Riaño.
Los Ecologistas no, claro; seguro que se iluminan con candiles los encienden con chisqueros de pedernal o dos palitos frotando
Hala, a negativizarme
nada malo hay en trasvasar dentro de la misma cabecera; además de que, en realidad, el embalse sigue regando la leonesa Tierra de Campos
El problema es el trasvase entre distintas cabeceras, como Tajo/Segura, Ebro/Júcar, y recientemente, Ebro /Cuenca Cantábrica
Cuando el pantano esta bajo aún se ven los cimientos de las casas. Y según mi abuela por algún sitio, no sabe exactamente donde, tenia que haber una fosa común. Dice que vio camionetas llenas de personas volver vacías. A saber, ella era joven.