El ajo volvía a picar y a repetir. "Vivíamos en una falsa democracia", El monopolio de las grandes distribuidoras, según él, la llevaría a una crisis financiera que desembocaría en su compra por la editora del diario El Mundo, hasta su cierre definitivo en 1999. Mientras desanda los pasos hasta aquellos días, un asistente al acto lanza un S.O.S. desde la platea para que vuelva a los quioscos. "Ahora es muy difícil hacer un Ajoblanco. En este país hay un problema cultural y todo está en manos de la mafia [mediática y financiera]".
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cada vez que veo infiltrados en las manifestaciones o en asambleas, le creo un poco más
Pues hubo un "simpático" señor apellidado Rodríguez Galindo que se rodeaba de lo que él consideraba "Samuráis" y que mira tú por donde se vieron implicados en una trama de narcotráfico y asesinatos selectivos.
Así, rapidito y por encima...
Con la heroína supongo que pasaría igual, dejar a determinados colectivos matarse puede beneficiar intereses políticos y no hace falta una acción activa, a veces una sutil inacción basta.
J. Mills (El Imperio Subterráneo) cita “un informe de la DEA y la CIA, coordinado por el Consejo de Seguridad Nacional, en el cual se admite que muchas veces los beneficios del tráfico de drogas se emplean para lograr el control de bancos y otras entidades de crédito, para financiar a «importantes grupos políticos», para enriquecer a «personalidades políticas influyentes», y para sostener grupos paramilitares en el Sudeste Asiático e «insurgencias» en Latinoamérica”
“En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios”, escribía en 1973 Allen Dulles, quien fuera director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) entre 1953 y 1961.
Alberto Perote, responsable de los comandos operativos bajo el mandato socialista, declara que se sorprende de la tutela oficiosa con la que se encuentra al llegar: “Oficialmente dependíamos del CESID, pero en realidad, nuestros patrones eran los jefes de Estación de la CIA. Ellos eran los que pagaban la sede de Menéndez Pelayo y también nuestras gratificaciones, en calidad de fondos reservados. Ese dinero no salía de los presupuestos".