Hace cuarenta y cuatro años, un joven llamado George Lucas, recién salido de la escuela de cine de California, logró firmar un acuerdo con United Artists para dirigir dos películas. La primera, titulada «American Graffiti», ganaría un globo de oro y estaría nominada a cinco Oscar. La segunda incluida en el acuerdo era una imposibilidad estadística y, como afirmó un ejecutivo tras ver la propuesta inicial, no sería filmada «bajo ningún concepto». Se llamaba «Star Wars».