En mi anterior artículo “Pedro Sánchez vs. Pablo Iglesias: de los debates con Marhuenda a la llamada en directo a “Sálvame”” les prometí que hablaría del otro alma de Podemos, tras referirme a la reformista blanda que venía del PSOE (su principal fuente del voto en las europeas): la fascista. Salvo en el caso de fascistas declarados, esos del colmillo retorcido, el pelo de la dehesa, la camisa azul, el correaje, la pipa en la riñonera y el deseo incontrolado de linchar políticos, la mayoría de los fascistas no nacen, se hacen.