Con la muerte del dictador y mientras los hombres de Estado del viejo aparato franquista comenzaban su metamorfosis, en el campo español algo sucedía. En silencio y de modo espontáneo, en diversos pueblos de Extremadura, la Rioja, y Navarra, muchos vecinos salieron esos días a desenterrar a “sus muertos”: vecinos, vecinas, familiares, amigos y compañeros, asesinados durante la Guerra Civil y enterrados “como animales” por ser “rojos”. “Nos dijeron que no se podía excavar...