Parece mentira que, desde 1989, en que Kathleen Meyer publicó un protocolo sostenible sobre como satisfacer nuestras necesidades fisiológicas, aun no hayamos aprendido cómo gestionar este ancestral ritual de forma sostenible. Y más aún en las montañas, que son fuentes de agua “limpia” que abastecen a la mayor parte de la población del planeta. Aunque nos agrade más o menos profundizar en estos temas, la contaminación ambiental y nuestra salud están en juego, debido a los patógenos que encontramos en los excrementos humanos.