El skinhead tradicional está alejado de una política concreta, del fascismo y del racismo, y de eso trata el objeto este artículo, de mostrar cómo no todos los skinhead son la encarnación de unos "perros diabólicos, vándalos borrachos y asesinos seriales en el ranking de las cosas terroríficas de los diarios […]". Tampoco ángeles con liras o vírgenes celestiales, eso ya dependerá de cada cual.

«Del este de Londres la potencia resurgió, por el resto del mundo, la estirpe floreció», cantaban en 1985, proféticos, los Decibelios, en su adaptación al castellano del mítico «Chaos» de los ingleses 4 Skins. «Vuelven los skinheads, otra vez las bandas (…) Skins en todas partes, unidos para luchar. Skinheads en el paro, skinheads en el bar, skinheads en el metro, controlando la ciudad». Poco podían imaginar esos pioneros del Oi! patrio cuando alcanzaron la cima de su exigua popularidad a finales de los ochenta que esa imagen iba a producirse..

La violencia neonazi ya no se forja alrededor de conspiraciones y reuniones clandestinas, ahora se adoctrina y se estimula a golpe de cd neofascista o entre los acordes de conciertos racistas.