Las palabras no sólo designan de manera neutral ciertos acontecimientos y conceptos sino que también aportan matices. De esto se aprovechan políticos y propagandistas con el fin de denigrar a quienes no son de los suyos y de justificar a los propios. En las décadas de 1970-1980, en la Unión Soviética, se hizo popular este chiste: “Pregunta: ¿Habrá guerra? Respuesta: No habrá guerra, habrá tal lucha por la paz que no quedará piedra sobre piedra”.

Resulta impresionante la tergiversación torticera del lenguaje de nuestros políticos que dan vueltas y más vueltas para evitar decir “rescate bancario”, una palabra que fue considerada tabú en el PP, y que se transformó en la “línea de crédito” o en un “préstamo en condiciones muy favorables”

¿Recuerdas el juego del teléfono descompuesto? Un mensaje tenía que pasar por varias personas y llegar lo más íntegro al final de la cadena. Por lo general, la frase se distorsionaba y llegaba una versión ajena a la original. No era un juego fascinante, pero mostraba la ruptura en la comunicación de nuestra sociedad. No es algo nuevo. Desde hace milenios perturbamos las interacciones a nuestra conveniencia y moldeamos los hechos para que encajen con la percepción que poseemos. Es el caso de las religiones y los mitos que han nacido a lo...