Resulta que hay algunos parásitos realmente jodidos en nuestro mundo. Ya se sabe el gran interés que despiertan las cosas desagradables así que compartimos unos cuantos ejemplos de los parásitos más viles que podáis imaginar. Lectura no recomendada si vais a comer pronto. (Entradilla extraída de la noticia, perdón por la mala traducción)

Cuando algo no nos gusta es que su sabor, olor o textura nos resulta desagradable por alguna razón, y por eso lo rechazamos. Una primera hipótesis es que un alimento nos resultará más agradable (y preferible) cuando sufrimos una deficiencia nutricional que ese alimento cubre. Esta hipótesis se ha confirmado en mucha ocasiones. Pero también podemos encontrar las causas de esa preferencia en la historia del aprendizaje de la persona, lo implica que algunos sabores pueden gustarnos o no dependiendo de lo que haya ocurrido al consumirlo.

Un poco de todo hay en esta lista, un recorrido desde los años 70 hasta la actualidad que incluye algunas de las escenas más difíciles de ver que ha dado nuestro cine o de las que causaron mayor impacto y polémica en su momento, aunque muchas hayan sido actualmente superadas (¡qué alto han puesto el listón, sin ir más lejos, desde la pequeña pantalla series como Juego de tronos, Ash vs Evil dead, The Walking Dead o Spartacus!).

La repugnancia es una respuesta natural a las vistas desagradables, como la comida podrida, los desechos corporales y los bichos raros, y ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir, alentándonos a evitar cosas que podrían propagar enfermedades. Pero para algunas personas, el disgusto puede volverse patológico y afectar su salud mental y calidad de vida.

Los orígenes de la maldad en otras personas pueden ser profundamente difíciles de comprender, especialmente si no les hemos hecho nada. Ocurre casi todo el tiempo: un pequeño comentario punzante, una broma a nuestra costa en medio de un grupo de viejos amigos, una línea de sarcasmo, una evaluación burlona, un comentario provocativo en Internet. Estas cosas duelen mucho, más de lo que se nos permite admitir.