Dos minutos y medio de pura algarabía audiovisual, una escena increíble, repleta de acción, soberbia dirección y trama narrativa apasionante. ¿Los protagonistas? Un montón de serpientes sedientas de sangre y un lagarto a la carrera. Historia simple: un pobre lagarto trata de atravesar un nido de serpientes con vida. Primero intenta sin demasiado éxito de pasar desapercibido aprovechando las debilidades de sus cazadoras: no detectan el movimiento, son torpes en ese aspecto. Se para y supera el escrutinio de una de ellas, pero no de la segunda.